miércoles, 23 de octubre de 2013

Dilemas de una Redacción Deportiva.


Hace algunos días conversaba con un amigo sobre la cobertura que la Televisión Cubana hace de la postemporada del béisbol de las Grandes Ligas (Major League Baseball, en inglés). Por cierto, no son las “llamadas” Grandes Ligas, como se acostumbra a denominarlas con tendencia al descrédito, son las Grandes Ligas. Tampoco existen Grandes Ligas en Japón, sino el Béisbol Profesional Japonés (Nippon Professional Baseball, en inglés).
De un modo grosero, sin explicación alguna, se escamotearon aquellos partidos (o jugadas si hablamos de “top ten plays”) cuando de participación cubana se trató. Quiero establecer que fui de aquellos que deseaba que atletas como Aroldis Chapman abandonaran el país y se probaran en las Grandes Ligas. Pero una persona que estimo en grado mayúsculo me dio una lección que no olvido y que pasaba por su experiencia personal: levantarse a las cinco de la mañana de lunes a sábado, participar en la construcción de obras de interés para la Industria del Níquel y seguir batallando, años y años, sin exigir por ello prebendas ni deseando salir del país para cobrar lo que cualquier ingeniero en el exterior. Una breve digresión: entiendo que ese modus vivendi hoy resulta decimonónico en Cuba, que la generación de los “comecandela” está extinguida o en peligro de extinción. Viendo en Telesur las batallas de los maestros en Río de Janeiro por mejores dividendos económicos, un cartel me resultó muy aleccionador también en ese sentido: “Un maestro vale más que Neymar”. Afortunadamente uno va encontrando más dimensiones para analizar ciertos temas. Hoy me aparto de aquellas ideas tan antirrevolucionarias y antisocialistas, y me gustaría que esos atletas que han decidido dejarlo todo por un futuro promisorio en lo estrictamente material estuvieran aún aquí, regalándole sus batazos y rectas, sus derechas y ganchos, sus saltos y carreras fantásticas, sus remates y bloqueos, a la gente que sigue batallando y construyendo (aún sin la democracia anhelada) ese “reino del todavía”, donde no tenga espacio la dominación, viviendo diferente y tratando de trascender como sociedad.
Sin embargo, hay que avanzar y sacudirnos de ideas y modos de accionar que no caben en el presente. Esos atletas así lo quisieron. Al final, no es tan complejo. Es su vida y se decidieron por los millones. Ni siquiera las últimas modificaciones al régimen salarial de los deportistas en Cuba podrá tapar el “salidero”. Matemática pura y ya está. Cuba es un país que, lamentablemente, se ha desideologizado. La corriente del apoliticismo se ha instaurado con fuerza en nuestro día a día (lo que existe es farándula política, sin profundidad teórica o analítica). Tengamos claro que si muchos tuvieran la oportunidad de ganar no millones, acaso unos cientos de miles ejerciendo sus profesiones en otro lugar, de muy buena gana abandonarían también el barco. En lugar de criticar las acciones, debíamos preguntarnos si el pensamiento económico que tanto se está encumbrando no genera en cambio más individualismo en la gente. Se van deshaciendo amarras pero, como apunta un sociólogo, “hay que tener cuidado con los actores del proceso”.
Ahora, la TV cubana (me enfoco para el análisis en la Redacción Deportiva), ¿es Nuestra? ¿Quién la dirige? ¿Quiénes proponen las políticas de programación? ¿Quiénes la validan? Como diría un notable intelectual cubano que referencio más adelante, “faltan más preguntas”. De las tres últimas no tengo respuesta concreta, pero sí puedo desde mi perspectiva, establecer un NO rotundo para la primera (aunque se ha avanzado, y mucho, en acercarla a lo que deseamos). Si fuera nuestra...
1- Hace mucho tiempo que se estaría transmitiendo béisbol de Grandes Ligas.
2- Tendríamos la oportunidad de visualizar béisbol de Grandes Ligas en vivo, como sucede con el fútbol.
3- Los jugadores cubanos (Chapman, Puig, Céspedes, Viciedo, Alexei Ramírez) no faltarían en la programación.
En las transmisiones de postemporada de Grandes Ligas por la TV cubana ha existido manipulación, así, en limpio. Aquellos que desconocen qué fase se está jugando, qué equipos intervienen, quiénes los conforman, no lograrán determinar los intereses que intervienen en la selección de los partidos, selección que, por cierto, juega a la suerte, y un poco que a ser anticubana (a mi juicio) en sus claves. Somos más víctimas que privilegiados televidentes: ¿por qué fue Cardinals versus Pirates la serie divisional que se visualizó?, ¿por qué la Serie de Campeonato entre Red Sox y Tigers? ¿Por qué es muy posible que veamos todos los partidos de World Series?
Obvio que hay temas neurálgicos de fondo, que debemos traer al análisis. Un amigo me comentaba un punto de vista importante: ¿cómo darle promoción a la liga que te está robando los atletas? Ya la Televisión Cubana no tiene ese dilema, se lo saltó, no obstante deseo apuntar algunas ideas:
- MLB se supedita a una política absurda definida en Washington. Es la OFAC el organismo que desbloquea para que MLB pueda tratar con un pelotero cubano.
- A veces ponemos MLB en lugar de agentes interesados y hábiles manipuladores, cazatalentos espurios, contrarrevolucionarios...
- MLB no es una organización tonta, si tiene la oportunidad de contratar a un pelotero cubano lo hará, porque este por lo general tiene talento para brillar.
Mas, volviendo a la TV cubana, su gran dilema es: ¿promociono a los atletas que abandonaron la isla? Ahí volvemos a la idea de que la programación deportiva de la TV cubana no debe ser conformada como hasta hoy, con seres alados disponiendo qué podemos ver y qué no (lo que más enerva es que no dan la cara), y lo mismo aplica para la difusión de información en el resto del universo de medios (por ejemplo, el enfermo hábito de discriminar al momento de informar los artistas cubanos nominados a los Grammy en la prensa escrita). No somos más fuertes cuando censuramos, al contrario, muestra flaquezas y falta de argumentos para combatir, si lo merecen, otras ideas, otras maneras de actuar. Es además, leyendo a Fernando Martínez Heredia, un comportamiento dogmático “satanizar y tratar de prohibir el conocimiento o la simple información de todo lo que se considere perjudicial o maligno, que suele ser todo lo que no se califica de bueno (por el poder).
Lo único que salva el robo de atletas es una conciencia socialista que en Cuba se ha dejado de crear, junto a una mayor democracia. Citemos in extenso a Fernando: “... la correspondencia de las ideas rectoras con el nivel que alcanza la reproducción de la vida social es totalmente insuficiente en la transición socialista, porque ella es un proceso intencional que está obligado a irse por encima de sus condiciones materiales de existencia... Las escaseces y dificultades (de la transición cubana hoy) son tan graves que serían insalvables si no se ponen en marcha nuevos medios de desplegar la superioridad de las personas”.
Crear esa conciencia no le toca a la Redacción Deportiva de la TV cubana (¿o sí?), pero privarnos de visualizar un evento porque hubo quien no la entendió y ahora se luce allí, para mí también está fuera de lugar. El futuro de la Redacción Deportiva de la TV cubana debe tender a la asepsia, la inmediatez, la transparencia, la cara siempre de frente al pueblo, con la verdad. TV sin trampa.

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